12 REVISTA medidas, cuáles serán las reacciones de sus destinatarios y cómo lograrás tus propósitos a su pesar. Liderazgo es convencer. Hacer que tus cola-boradores vivan el proyecto, comprendan el camino, entiendan y compartan el destino. Tener la capacidad de transformar una idea en realidad. Se necesita una base común sobre la que construir juntos. El líder orienta, pro-pone, sugiere y construye sobre la base de un convencimiento común, de unas razones com-partidas. Liderazgo es convencer a tu entorno (pequeño o grande) de la racionalidad de tus propuestas, de la necesidad de hacer lo que propones, aunque sea costoso, aunque sea difícil, aunque no resulte lo más popular. Por eso el liderazgo es lo contrario al populismo, aunque muchos lo confunden. Los líderes populistas no son líderes, son populistas. Liderazgo es ejemplaridad. Nadie puede soste-ner su jerarquía y su capacidad de mando, sin la credibilidad de su ejemplo. Es honestidad con los demás y con uno mismo. Liderazgo es compromiso, búsqueda del acuerdo y cons-trucción consensuada con los otros de los objetivos comunes. Es tener una concepción dialogada del futuro, del multilateralismo que debe regir el mundo. De la paz, como única manera de vivir, de los grandes compromisos para abordar una agenda internacional cada vez más amplia y trascendente en la totalidad de la vida y en la inmensidad del planeta. Liderazgo es responsabilidad. Pensar más en el propósito de la empresa que en los benefi-cios, en el bien común de los stakeholders que en el interés crematístico de los accionistas. Responsabilidad es pensar en los otros, supe-rar el sectarismo y contemplarse inmerso en el interés general y no en el interés del partido. Hablamos de liderazgo en tiempos de la pan-demia. Merkel ha liderado a su país en esta catástrofe en un país compuesto (federal) por comunidades (Länder). Los Estados Unidos han perdido el liderazgo internacional al re-nunciar a sus compromisos con sus aliados. Macron y Merkel han liderado en Europa un plan inédito, extraordinario, de recuperación en la crisis. América Latina no tiene líderes para enfrentar las gravísimas consecuencias socioeconómicas de la pandemia. Hay demasiados consejos en los libros de autoayuda que no forjan liderazgos. Son ju-gadores de tiempos cortos, de un mundo pequeño, de espacios mezquinos, egoístas. Hoy, después de la COVID, el mundo es dis-tinto. La gente quiere líderes que construyan y pacten, no que destruyan riñendo. Todos reclaman mejores servicios públicos y eso exigirá solidaridad. Hay que salir de la crisis y eso reclama esfuerzos fiscales colectivos. Hay que aprovechar las ayudas europeas y para eso hace falta que comunidades, empresas, universidades, engrasen su relación con el Estado de manera eficiente. Necesitamos un grado superior de responsabilidad. Todos, en todos los ámbitos de la vida. Responsabilidad individual y colectiva. Necesitamos ser ese país que fuimos (La “Ale-mania del Sur” nos llamaron) para ganar el reto del futuro. Necesitamos liderazgos personales, en todos los estamentos, públicos y privados. Liderazgos sólidos, ejemplares, responsables, comprometidos. Liderazgos sostenibles. Tam-bién eso. Liderazgo es responsabilidad. Pensar más en el propósito de la empresa que en los beneficios, en el bien común de los stakeholders que en el interés crematístico de los accionistas