9 REVISTA La tecnología, la incertidumbre de nuestro tiempo y, claro, la COVID-19, están impulsan-do un cambio sustancial de valores, hábitos y formas de comportamiento colectivo que exigen un nuevo modelo de liderazgo econó-mico, político y social. Este es el tema central que hemos tratado de abordar en este UNO 35, en el que contamos con una serie muy interesante de colaboracio-nes que abordan la cuestión desde distintos puntos de vista y geografías. Hay una línea argumental común. En varios de ellos se asegura que atravesamos una crisis transformadora, que en realidad debe acelerar diversas fuerzas de cambio ya en marcha, casi todas vinculadas a la transfor-mación digital. Necesitamos economías mu-cho más sólidas, pero también más flexibles y resilientes. Hacen falta nuevos sentidos y espacios de colaboración entre los ámbitos público y privado, así como una agenda de re-formas estructurales con vocación de Estado y compromiso con la anticipación a largo plazo. Se requiere una nueva gobernanza y, del mis-mo modo, los valores, los gestos y los estilos del liderazgo también están mutando. En LLYC acabamos de comprobarlo al realizar, junto a Trivu, el estudio Future Leaders: uno de los primeros informes comparados entre las for-mas de expresarse de los líderes actuales y la generación que liderará el mundo en menos de dos décadas. Mediante procesamiento lingüístico e Inte-ligencia Artificial, hemos comprobado que los líderes actuales se manejan mejor en el mundo de las ideas y hasta dan por sobre-eentendida y aceptada cualquier innovación. Son pragmáticos, pero necesitan contar con orden y estructura a su alrededor. En cambio, las nuevas generaciones son responsables, idealistas y menos jerárquicas. Cuentan con un sentido del deber más acusado, apertura de mente y un alto nivel de curiosidad. La tecnología, por supuesto, la llevan en el ADN. También son asertivos, pero a diferencia de sus mayores se muestran más participativos y respetuosos con el bienestar de los demás. Son conscientes del impacto de las personas en el mundo externo y de la necesidad de pensar más en lo colectivo. Con todo, la gran diferencia entre unos y otros tiene que ver con la gestión emocional; la ca-pacidad para manejar de manera apropiada los sentimientos. Entre los líderes tradiciona-les está más oculta; los que vienen la consi-deran una parte sustancial de su actividad. Gobernanza Estamos, en suma, ante otro movimiento pendular de los muchos que acompañan la historia del liderazgo José Antonio Llorente Socio Fundador y Presidente de LLYC / EE. UU. - España liderazgo y